La estupidez de quienes crecieron bajo los privilegios de un sistema de Libertades que con la arrogancia de los ignorantes no conciben la idea de que existía el Mundo antes que ellos nacieran, y les cuesta entender que todo lo que les rodea es el resultado del trabajo, el ahorro y la inversión de cientos de miles de individuos que pasaron por guerras, penurias y calamidades para que las nuevas generaciones no tuvieran que vivir lo mismo que ellos.
También de adultos ya crecidos que siguen insistiendo, a pesar de tener todas las evidencias de los últimos 100 años en contra, en la aplicación de un sistema liberticida que lo único que logra a la larga es sumir a las Sociedades en la mayor miseria, violencia y muerte conocida, sin importar su idiosincracia, bagaje cultural, potencialidad económica, ubicación geográfica o contexto histórico. Adultos que pretenden llegar al éxito pero librándose primero del tiempo, el esfuerzo, el ingenio, la paciencia, el sacrificio, la inversión y la cadena de fracasos inherentes para de esta manera dar un salto y pasando por encima de éstas, gozar de las mieles de privilegios pero que a otro le tocó hacer.
Es muy fácil para una generación que en un sentido práctico no ha hecho absolutamente nada ni tiene nada que mostrarle al mundo, solo haber vivido de los beneficios de las generaciones que les precedieron, venir a juzgar con el dedo al sistema de Libertades, el Capitalismo, que es el único garante de la creación de riqueza verdadera y de una JUSTA distribución de ésta: justa, porque solo lo es para quien trabaja, se esfuerza y se sacrifica, y donde las conductas parasitarias no son admitidas ni bien vistas por resultar inmorales.
El Socialismo no podrá ser jamás la cura, porque el ROBO, por muy legalizado e institucionalizado que esté, sigue siendo un simple y vulgar acto carente de ética y moral.
Por Marcos Brito
Reflexiones y noticias de la vida política en Latinoamérica 